Educación Emocional

Qué es educación emocional infantil

La educación emocional infantil enseña a los niños a controlar y a gestionar sus emociones. Cuando trabajas las emociones en clase consigues que los niños estén más motivados y les ayudas positivamente en su desarrollo intelectual.

“Los niños tienen que aprender a pensar antes de actuar, a controlar su agresividad y su ira, a identificar por ejemplo cuando están tristes o contentos… Y todo esto se consigue educándolos emocionalmente desde pequeños. Solamente así serán más felices y sabrán adaptarse a las diferentes situaciones por las que les irá llevando la vida” Clara Aladrén Bueno

Ideas para trabajar las emociones en los niños

Busca actividades para trabajar la conciencia corporal y comparar con las emociones, por ejemplo, sentir mariposas en el estómago. De esta manera los alumnos toman conciencia de la relación que existe entre el cuerpo y las emociones.
Realiza actividades de relajación que permitan al alumno calmarse y eliminar el estrés.
Pon en práctica ejercicios dirigidos, por ejemplo, saltar para liberar las emociones y parar para encontrar el equilibrio.
Invita a tus alumnos a expresar sus emociones, que reconozcan las suyas y las de los demás. Esta actividad se puede hacer a través de la relación de las emociones con los colores.

Momentos:

Indagar:

Al terminar el vídeo se socializa con los niños y se les pregunta: Qué sentiste el primer día de clases? Por qué crees que sientes eso? Qué haces cuando estás asustado? Qué sientes ahora que han pasado varios días desde tu llegada al colegio? Has visto llorar a algún niño en su primer día? Has visto que alguien gritara y zapateara de rabia?

Proyectar:

A través de la literatura (leer cuentos, ver historias digitales), se arpende sobre el manejo de las emociones

Vivir la experiencia:

Lectura de cuentos
Observación de vídeos sobre las emociones
Dramatización y reflexión de las reacciones que los niños y niñas manifiestan tener frente a las emociones que experimentan
Coloreado de fichas

Educación Emocional
Cuento para padres, docentes e hijos. Se sugiere a los adultos que lo lean antes de leerlo a su pequeños, y traten de contarlo de la manera más sencilla

LAS RABIETAS DE FERNANDO
Luisa y Carlos son los padres de un niño de 5 años que están desesperados por el comportamiento de su hijo.

De un tiempo a esta parte, Fernando, su hijo, ha tenido varias rabietas que han terminado por conseguir que sus padres no quieran salir de casa con él, por miedo del malestar que producen trabajar la rabia. El pequeño siempre ha tenido un carácter muy marcado, siempre ha conseguido lo que ha querido y, las contadas ocasiones en las que no ha sido así, han acabado discutiendo con los abuelos, pues aprovechaba la ocasión para darles sus quejas y conseguir mediante sus abuelos, lo que sus padres le negaban.

Al comenzar el colegio, y tener que comenzar a compartir las cosas con sus compañeros, parecía que la situación se había relajado un poco en casa, que ya no exigía tanta atención por parte de los padres y se pasaba los días hablando de lo bien que se lo pasaba con sus nuevos amigos.

Luisa y Carlos estaban encantados ante ese cambio y parecía que todo volvía a la normalidad. Veían a Fernando más tranquilo, contento de estar en el colegio y jugar con los amigos que allí había conocido. Ya no pedía tantas cosas y cuando sus padres le negaban algo, aunque le costaba un poco, acababa entendiendo las razones por las que no podía tener todo lo que pedía.

Parecía, porque ahora que acaba de comenzar en Primaria, o “el cole de los grandes” como le dice Fernando, ha vuelto a las andadas.

Ir al supermercado con él, para su madre ha comenzado a ser, de nuevo, un suplicio. De poco sirve que su madre le explique que no puede comprar todo aquello que Fernando quiere, que hay muchos niños que no pueden comer y jugar, que es un desperdicio tener que tirar la comida porque luego no le apetezca comer las galletas o romper un juguete porque se haya aburrido de jugar con él. La respuesta siempre es la misma.

Fernando se pone a llorar y gritar en el pasillo, exigiendo que le compren aquello que ha visto. Grita que no le importa lo que les pase a los demás, que le da igual y, en más de una ocasión, Luisa ha tenido que esquivar algún golpe o patada que, en su rabieta le ha propinado su hijo. Terminando la compra enfadados y con el consiguiente castigo al llegar a su casa y la reprimenda por parte de los dos padres.

Si han salido algún fin de semana con los amigos de la familia, la reunión ha terminado cuando Fernando estaba cansado, porque si no era así comenzaba a incordiar, buscando el punto de incomodar a sus padres hasta que, por no oírle, se iban a casa pidiendo disculpas por el comportamiento de su hijo.

En el colegio, a pesar de llevar tan solo unos meses de curso, las cosas no van mucho mejor-

En dos meses, Carlos ya ha tenido que ir un par de veces a hablar con su maestra por su comportamiento. Le han llamado la atención por dirigir los juegos a los demás y tener enfrentamientos con varios de sus compañeros por no hacer lo que le ordenaba. Acabando más de una vez, en una pelea entre compañeros y gritándole a la misma educadora que en él no manda.

La frase que Carmen, la educadora, le dice al padre de Fernando es la gota que colma el vaso de la paciencia de la pareja.

-Tu hijo tiene un problema, no reconoce la autoridad de los mayores.

Carlos, se excusa, diciendo que ellos siempre han intentado razonar con él, que nunca le han consentido nada que, en lo que ha conseguido salirse con la suya ha sido por parte de los abuelos y demás familiares a los que se gana poniéndoles cara de pena o quejándose de que sus padres no le dejan hacer nada.

Carmen le pide que no se culpe, que lo mejor será pedir ayuda para poder solucionar el comportamiento del pequeño, antes de que sea tarde y no puedan controlar sus rabietas y esos ataques de ira que le dan cuando no se sale con la suya.

-¿Por qué se comporta así? Si intentamos darle la mejor educación que podemos. – se lamenta Carlos.

– Al ser hijo único, y no quiero decir que todos sean igual, tienden a pensar que todos estáis para satisfacer sus necesidades, sean las que sean. Se convierten en pequeños tiranos que creen que son el centro de atención y que tienen que hacer lo que ellos les pidan. – le explica Carmen.

– Pero durante una temporada no ha sido así, ha estado contento y relajado y, aunque le costaba, podíamos razonar con él. Todo ha cambiado al cambiar de infantil a primaria y cada vez las pataletas y ataques de ira son más frecuentes que antes. – le cuenta Carlos preocupado.

– En parte es normal. – responde la educadora – date cuenta de que ahora Fernando piensa que es mayor, que ha terminado su etapa y ya no está en clase con los pequeños como antes. Se ve mayor para mandar a los demás y no entiende que ante nosotros sigue siendo un niño.

– Supongo que será así. Pero ¿cómo podemos conseguir que cambie y controlar esas rabietas? Es imposible convivir así, salimos con miedo solo de pensar que pueda tener una delante de todo el mundo. Nos avergüenza como nos miran, pensando que no sabemos educarle y no es así. – le contesta Carlos apenado.

Carmen le da un número de teléfono en un papel y le indica que llame, que concierte una visita con Javier, un psicólogo infantil que le ayudará a tratar el comportamiento de su hijo, como ha hecho con otros niños del centro.

Carlos se despide de la educadora, prometiéndole que le llamará al llegar a casa y que, por su parte hará todo lo que este en sus manos para que Fernando pueda controlar sus rabietas, se comporte como cualquier otro niño y puedan salir con toda tranquilidad y sin el miedo a que les monte una escena delante de otras personas.

Días después de la reunión con Carmen, Luisa y Carlos van a una primera visita con Javier. Con el hablan de todo lo que han pasado por el comportamiento de su hijo y, al terminar, les da un folio con unas pautas que harán que la convivencia en casa y el comportamiento de Fernando mejoren poco a poco.

Después de tanto tiempo, Luisa y Carlos ven que, por fin, alguien les entiende y les brinda su ayuda para resolver el problema que tienen con el comportamiento de Fernando.

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Valorar el proceso:

Seguimiento y observación directa al trabajo realizado por los niños y de su actitud durante la realización de actividades

Actividades Complementarias

Vídeo sobre la rabia

Cuento infantil de Educación Emocional

Más cuentos para trabajar las emociones

Me siento triste y quiero mi juguetes Beatriz de las Heras García. Colección de cuentos para trabajar las emociones

¡Me siento triste y quiero mi juguete! En el rincón de juegos del colegio hay un juguete que es mi favorito: el balón de fútbol.

Me gusta mucho jugar con la pelota, pero no me gusta que me la quiten.

Cuando me quitan la pelota me pongo muy triste.

Cuando estoy triste mis ojos se hacen pequeñitos y mi boca se cae.

– No te pongas triste, pídele el balón a tú amigo – dice la profesora.

Pero él no me lo devuelve y eso me hace estar aún más triste y me hace llorar.

Cuando estoy triste, no me gusta que me hablen. Mi profesora me da la mano y eso me hace sentir un poco mejor.

Nos han sentado juntos y la profesora ha dejado la pelota entre nosotros y se ha sentado a nuestro lado.

-Venga chicos mírense a los ojos, son amigos, tienen que compartir y hay que ser educados y pedir los juguetes con las palabras mágicas: “POR FAVOR”- ha dicho la profesora.

Mi amigo me ha dado un abrazo.
Cuando estoy triste me gusta que me den abrazos y que sean amables conmigo.

  • ¡Ahora pásale la pelota a tu amigo! – indica la profe.

Entonces nos hemos pasado la pelota y hemos jugado juntos con nuestro juguete favorito. Jugando juntos nos hemos reído mucho.

Ya no estoy triste, porque es mucho más divertido jugar a la pelota con todos mis amigos.

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Gestionando emociones:

CUANDO JUGAMOS JUNTOS, TODO ES MÁS DIVERTIDO.
Cuándo estás jugando con un juguete ¿te pones triste si te lo quitan?
A nadie le gusta que le quiten las cosas. Es mejor pedir las cosas “POR FAVOR”.
Si le quitamos los juguetes a nuestros amigos, haremos que se pongan muy tristes, como el niño del cuento, pero si somos amables y educados podemos jugar juntos y divertirnos compartiendo los juguetes.
Los juguetes del colegio son de todos y hay que aprender a compartirlos.
Si un amigo te pide el juguete, puedes decirle que lo vais a compartir.
Por ejemplo: Si hay un muñeco que le gusta mucho a todos, pueden inventar un juego donde todos participen y el juguete sea el protagonista.
Pueden jugar a que el muñeco está enfermo y todos tienen que cuidarlo, o pueden jugar a que el muñeco es un villano al que hay que derrotar.

Encuentra aquí muchos cuentos más para trabajar las emociones:

https://www.guiainfantil.com/ocio/cuentos-infantiles/la-botella-de-la-felicidad-cuento-sobre-la-alegria-para-ninos/

https://cuentosparadormir.com/infantiles/cuento/el-robo-de-la-alegria

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FLASH CARD EMOCIONES

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